miércoles, 17 de enero de 2018

Detrás del "lap dance": La deshumanización. Film "Death Proof " (2007) de Tarantino



Quentin Tarantino sabía muy bien lo que tenía que hacer para llegar a la cima del poder. Estados Unidos no es más que el reflejo de una sociedad decadente que ha degollado todos los valores humanos. El capitalismo salvaje, como una bestia irracional e indómita, arrambla con todo cuanto pilla a su paso. No hay piedad ni perdón, sólo desastre.

Tarantino pensó: “Sin degradación de la mujer me moriré de hambre y los clanes obscuros que gobiernan la industria del cine en la sombra nunca me llamarán”.


En Estados Unidos la mujer es una concubina abierta que deambula por la calleja social pervirtiendo todo su ser al ritmo del alcohol y las añagazas masculinas. Es la materia lujuriosa que el hombre ha de manejar: y el cine, como instrumento de propaganda, es un gran símbolo de ello. ¿Por qué? Porque el androcentrismo rige y quienes pagan son los machos. Y la nación que es la cuna del capitalismo más despiadado, lo sabe.
En 2007, Tarantino llevó al cine “Death Proof”, la película en la que un asesino mata con su coche a mujeres para saciar una psicopatía de color intangible: en la línea del de Tennessee.
A lo que nos lleva este artículo es a analizar una escena capitaneada por el papel de Vanessa Ferlito (Arlene en la película), italoamericana de esplendorosa belleza, con rasgos más que voluptuosos. Cuando el Especialista Mike (el asesino), papel de Kurt Russell, se cruza en el camino de Arlene le comunica que quiere su “lap dance”: todo porque una amiga de Ferlito que es radiofonista comunicó en su programa que algún “afortunado” se lo llevaría por llamarla “mariposa”. Si la deshumanización femenina es colectiva el androcentrismo se lleva el oro negro y el blanco.
Cuando Mike se lo plantea ella duda, pero cuando el especialista le llama de forma latente “giñada”, ella se doblega. La mirada de Arlene se pervierte y la lujuria abre el camino: ella mira al hombre veterano muy sexualizada y asevera que acepta tras morderse el labio inferior (seña de concupiscencia). Después bebe cerveza con los ojos muy abiertos hacia arriba (señal de candidez), y después se ríe. En el siguiente plano ya está dentro y el baile empieza.
Asimismo, aquí estamos ante el dilema que todo ser humano ha de plantearse. Uno debe elegir entre la Dignidad o la Deshonra. Y por supuesto, ella acepta, y denigra su persona en la parcela tabernaria de lo público ante una mesnada de bobalicones embrutecidos por una sociedad psicótica que ha desechado todas las virtudes y principios éticos mínimos que cualquier colectividad debe tener para evitar el canibalismo social.
El baile está bautizado en un sadismo sexual palpable. Ella se calumnia así misma, y en ese círculo, está justo donde el Sistema quiere. La morena acaricia, se deja magrear y bombea su culo por el pene de Russell: toda una exhibición de erotismo agreste para el público “voyeur”.
¿Y cómo no iba a aceptar el “lap dance” al hombre maduro y siniestro? Hemos de decir que Tarantino no siempre fue rico. En sus inicios era más bien pobre, pero sabía perfectamente qué clase de sociópotas gobernaban la industria del cine y qué era lo que tenía que hacer. Y lo hizo.
Señoras y señores, no se escandalicen, el androcentrismo mueve miles de billones de euros por año, y sin él, sería muy complicado destruir el planeta o conseguir el aniquilamiento del humano por otro humano. El feminicidio es sólo un daño colateral para los dueños del Mundo del Cine. Para el Sistema, que gobierna en la sombra, el cine es fundamental para adueñarse del inconsciente comunitario. Al final, la gente ya sólo podrá pensar sobre parámetros establecidos: una guarra que se vende gratis, una puta que la come demasiado bien en un bar, una joven que se frota encima de un psicópata ante la mirada lasciva de una miríada de enfermos…
Si Arlene, la joven hermosa interpretada por Ferlito, hubiera dicho que “NO”, la Moral habría derrotado a la Indignidad, el androcentrismo habría perdido una batalla importante, y por ende, se habría perdido mucha pasta. Ahora bien, el número de violaciones, acosos sexuales y actos feminicidas que se desarrollan en la calle social se habrían reducido a la mitad.