jueves, 9 de febrero de 2017

"¿Qué he hecho yo para merecer esto?" (1984); Film de Almodóvar: Niños pobres de Madrid entregados a pederastas

Carmen Maura es una madre frustrada que vive en una zona pobre de Madrid y que ha de sostener a su familia, desestructurada, y con grandes penurias en lo económico. Pero todo ello no justifica que venda a su hijo de 13 años a un pederasta odontólogo, de cariz enfermo, interpretado por el perverso Javier Gurruchaga.



La degeneración más absoluta se plasma en esta película de Pedro Almodóvar. En el cinismo galopante de una sociedad enferma, como la española, donde el que no se ríe del drama ajeno parece francés o marroquí, somos testigos del oprobio moral más repugnante.

Muchos y muchas se quedarían helados, seguramente, si vieran a unos padres, o a una madre, que es más grave, pues una madre siempre ama más a a un hijo que un padre, si sujetaran a su hijo y lo entregaran a la puerta de un lupanar, como sucede en Filipinas, y en tantos países del Tercer Mundo. Eso nos provoca pánico, en nuestra hipocresía más impúdica. Sin embargo, otra cosa es, que un odontólogo gracioso quiera quedarse para él con un niño pobre, de 13 años de edad. Y la mamá se quede encantada de entregarlo, como si fuera un paquete, un muñeco hinchable.

En una escena de la película, cuando el hijo de 13 años entra en la cocina pidiendo comida ella le recrimina que están a final de mes y que todo está vacío. Además, asevera que sabe que no ha estado con un amigo sino con el padre de un amigo, y que ya que folla con él podía darle de comer. ¿Esa mujer representa a las mujeres de los barrios pobres de Madrid? ¿Es la madrileña referencial de los barrios bajos? Decirle a un hijo hambriento que ya que se folla a un hombre maduro, padre de uno de sus amigos, que le dé de comer...

¿Es legal que un niño de 13 años mantenga relaciones sexuales con el padre de un amigo que mínimo tendrá 40? ¿Es lógico que una madre consienta esa relación, le importe una puta mierda y además le diga a su hijo que ya que se la mete bien que le ofrezca también un bocata de jamón? En la mente de Almodóvar sí. ¿Es un deseo inconsciente de Almodóvar? ¿Es su fantasía? ¿Es realmente algo que codicia sexualmente, estar con los niños pobres de la barriada más baja y olvidada donde ni las ratas tienen qué comer?




Esta película figura la cochambre moral que como pueblo sois: la mayoría de los españoles. Vosotros, fornicadores del humor negro, moradores de la tierra risible donde se decapita toda reflexión moral; vosotros, hermanados en la isla donde toda axiología es un mar negro. Vosotros que os mofáis de la violación, el incesto, el abuso sexual, el asesinato y el comercio de niños.

La película es de 1984, la era de la destrucción moral y espiritual, donde la violación era una forma de sexo, el robo un arte de genios y el asesinato una ejecución disculpada. ¿Qué sucedió en Madrid en los años 80? En barrios como Villaverde, Vallecas... ¿En verdad había padres que entregaban a sus hijos a pederastas? Seguro. Pero es la verdad mutilada. Si saliese en este país de basura, poblado por la gente más miserable, un decigramo de verdad todo se derrumbaría. El Sistema que gobierna en la sombra no sólo es que haya logrado dominar nuestro inconsciente, sino que además, ha polarizado todos nuestros instintos más deleznables.

Carmen Maura, gran actriz, lleva a la gran pantalla a una mujer luchadora, sí, sí, pero también a una madre que decide vender a su hijo a un pederasta. El odontólogo, ya tiene a un niño para sodomizar y para recibir las felaciones que quiera. Tiene a su juguete sexual. Porque eso son los humanos para el director, meros cuerpos sexuados que han de ser manipulados, e incluso subyugados, si es necesario.

El odontólogo y Carmen Maura hablan en la escena acerca del hecho de adoptar un niño. Maura, con doble intención asegura "son muy caros", como dejando entrever que el suyo se lo dejará gratis. Pero de lo que se habla, tácitamente, es de la compra-venta de niños, pero camuflándose en una charla saducea sobre la adopción.




Si se hiciera una película dramática de una secta secreta que secuestra a los niños desaparecidos de España, y esto es real, y se mostraran escenas de fornicaciones que llegasen a la muerte, entonces, ¿qué sucedería? Que el cinismo de una plebe bellaca diría "esto es terrible", hasta algunos y algunas llorarían. Sin embargo, el humor que germina de los rayos solares mediterráneos y la mutilación pachanguera de toda cavilación, permiten la apertura de la risa de ver cómo una madre vende a su hijo. Porque Almodóvar usa los códigos cómicos propicios para ello.

La escena se presenta como divertida: ésa es la clave. Reírte de lo más escabroso y justificarlo. Total, tampoco es tan malo que un chico de 13 años se venda a un odontólogo pederasta que le va a dar educación y todo, ¿no? El niño vendido en el prostíbulo de Filipinas les aterra, pero esto, a la mayoridad, le causa risa, ¿por qué? Porque sois basura. Vosotros, sí; la gran mayoría: basura.

La gran felicidad es saber que no soy como la mayoría, que pertenezco a esa minoría de personas decentes, la mayoría nihilistas, que denunciamos el humor negro, pues es un arma que despedaza la dignidad de las personas, sobre todo, de los más débiles. ¿Y no es débil un niño de 13 años pobre que es vendido a las garras de un adulto por su propia madre? Es Madrid, no el Tercer Mundo, y es una realidad plasmada por el despreciable Almodóvar que se befa de ello. Él es el valedor máximo del patriarcado, el precursor del cinebasura, que en cualquier país habría sido tachado de tipología enferma que se burla de las desgracias de los más necesitados, pero que en España, soportado por una mayoría que con tal de reír cederían a su hijo a un show para que abusaran de él, enaltece a uno de los personajes más siniestros de España: Pedro Almodóvar.


La escena en la que Carmen Maura se dirige a hablar con el odontólogo interpretado por Javier Gurruchaga, para vender a su hijo. El niño de 13 años está sentado en la silla de la consulta. Anteriormente, el doctor estaba jugueteando con el niño de forma libidinosa. Almodóvar se vale de los recursos de la mofa para hacer que la situación sea divertida para el público. La decadencia de una nación miserable, secuestrada por un imaginario colectivo enfermo, posibilita la degradación más abyecta.


Asimismo, Almodóvar, en la película Laberinto de Pasiones, de 1982, dos años antes de ésta, actúa en el film como presentador de conciertos. Él presenta en el escenario, maquillado hasta las córneas, con pendientes de aro gordo y chupa de cuero el show musical. Y el director declara ante todo el público: "Bueno, Los Melancólicos no pueden estar con vosotros esta noche por problemas de drogas, tráfico ilegal de niños, trata de blancas y algunas cosas más". La burla hacia los mayores crímenes de la humanidad es una constante en su cine. Porque claro, lo de traficar con niños es una risa!! ¡Uy, qué risa me da! ¡Puta basura! Los 10 millones de niños con los que se trafica cada año en el mundo seguro que ofrecerán la carcajada más grandiosa.

¿Por qué se enaltece a estos personajes? Porque la mayoría es así. Hay un soporte social funesto que asienta a esta gentuza, es así de simple. El cinebasura y la telebasura lo ve gente que es... BASURA.

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