Javier Cámara junto a Leonor Watling en Hable con ella (2002), de Pedro Almodóvar. Él es el enfermero violador; ella, la mujer en estado vegetativo. Los roles activo-pasivo engarzados desde el bosquejo patriarcal. La violación del hombre a la mujer supone un valor positivo, pues ella, vuelve a la vida.
Parte 1/3 de Análisis
Almodóvar presenta lo bonachón en el personaje de Javier Cámara, Benigno Martín, el
enfermero de Alicia. Este hombre es bastante simplón, deslenguado pero a la vez
timorato; introvertido, encerrado en su propio mundo. Su carácter cándido es
bastante manifiesto, y se reverbera, especialmente, en su fisonomía facial, que
dilucida una insondable inocencia, aderezada a un cuerpo fofo y un peinado
sencillo: parece por completo un personaje inocuo, una persona incapaz de hacer
daño a nadie.
Este enfermero representa, en el elenco de
personajes de Pedro Almodóvar, una doble garrocha moral que encañona en la
mente del espectador no como un psicópata, sino como un tipo noble, cuyos fines
y pensamientos son magnánimos, y fruto de un amor incondicional e inefable.
La película relata dos historias perpendiculares
acerca de la vida de dos mujeres en estado de coma que se cruzan por la acción
del hombre. La primera historia radica en el personaje de Alicia, Leonor
Watling, una mujer que quedó en estado vegetativo por un accidente de tráfico en
un día de tormenta, y que es cuidada en un hospital muy especialmente por
Benigno, el personaje interpretado por Javier Cámara, quien está completamente
obnubilado por ella. La segunda historia estriba entre Marco (Darío Grandinetti)
y Lydia (Rosario Flores); él es periodista y ella es torera. Lydia queda en
estado vegetativo por una cogida brutal de un toro en una corrida en la que
Marco estaba presente en la plaza.
Alicia se encuentra desde hace cuatro años en
estado vegetativo perenne, con la corteza del cerebro deshecha, y permanece en
una cama en un estado inactivo absoluto, a merced de enfermeros sádicos u
honrados. El film muestra la subordinación de la mujer, en este caso, el de una
mujer en estado de coma que está en manos de un enfermero varón, quien domeña
el cuerpo de ella.
Asimismo, Almodóvar pone mucho énfasis en los
cuidados que Benigno dona a Alicia, por la que siente una devoción total.
Benigno cuida con esmero a Alicia: le corta el pelo, la lava, le habla
constantemente, le aplica cremas con una suavidad y un cariño inmedible, la
saca a tomar el sol a la terraza, le cuenta las películas de cine mudo que ve y
que sabe que a ella tanto le gustan; es decir, el cineasta exterioriza la
adoración del enfermero por ella, lo que genera un pensamiento positivo en la
mente del público hacia él.
Por otra parte, Benigno conoció a Alicia antes
de que ella se quedara en coma porque ella bailaba en una academia que estaba
enfrente de su casa, la siguió una vez por la calle y le dio una cartera que ella
había perdido. El muchacho la acompañó a su casa, y para tratar de contactar
con ella, se citó con su padre, que es psiquiatra, y tiene su consulta en la
casa familiar.
En la cita con su padre, Benigno confiesa que
estuvo quince años cuidando de su madre hasta que murió, que se dedicó
únicamente a ella y a estudiar Enfermería, por lo tanto deja claro la pobreza
de su vida social y su retraimiento como forma de identidad. El tipo habla con
desparpajo sobre cómo lavaba a su mamá: “Claro, sí, sí, le cortaba el pelo, se
lo teñía, le hacía las uñas. La fregoteaba bien, por delante, por detrás. Mi
madre (balbucea) no es que estuviera impedida, ni loca, lo que pasa es que era
un poco perezosilla”. Por lo tanto, la ambigüedad del personaje es patente.
El psiquiatra, padre de Alicia, le pregunta por
qué va a verle y Benigno contesta: “La soledad”; después, ante la pregunta de
si ha mantenido relaciones sexuales el enfermero responde que nunca, ni con un hombre
ni con una mujer. Posteriormente, al salir de la consulta, aprovechando que la
secretaria no está en su puesto, el enfermero accede a la habitación de Alicia
con una música extradiegética armónica, y le roba una pinza para el pelo. Cuando
Benigno sale de la habitación se encuentra a Alicia, quien muestra sus senos,
al tener el albornoz a medio colocar y se aterra al ver a Benigno, con el apoyo
de una música extradiegética obscura que se funda con la anterior y toma fuerza
en la escena.
Ante la pregunta de Alicia, bastante atemorizada:
“¿Tú qué haces aquí?”, Benigno contesta: “Nada, nada… ya me iba. No te pongas
nerviosa, ¿eh? Sólo quería verte pero soy inofensivo”, y Alicia, bastante estremecida
no habla, pero con cierto tembleque le guiña sus dos ojos indicándole que se
vaya. Benigno se marcha y la secretaria vuelve a su puesto con un primer plano
de Alicia, en el que se cubre con el albornoz lo más arriba que puede y sin
poder tranquilizar su desasosiego.
Esta escena nos declara el delirio de un
sociópata, y su tendencia maníaca persecutoria hacia una mujer, además de la
violación del espacio íntimo de las personas, piedra angular del perfil
abusador. Alicia siente pavor por Benigno y su desnudo es sólo un prototipo
recurrente de Almodóvar, quien asenderea en el desvestir a la mujer un tipo de
proceder que sirve para recalcar su debilidad y su dejadez. ¿Cómo es posible
que salga medio desnuda si el pasillo que llega hasta su habitación es visible
en recepción y puede ser observada tanto por la secretaria como por el padre o
por cualquier paciente que esté esperando cita o salga de la misma? El desnudo
de la mujer es el prótido que simboliza su victimismo, su rol segundón: el
miedo de Alicia es un patrón impuesto, social y patriarcalmente, de ligereza
física y mental, ante el hombre.
Asimismo, años más tarde, cuando la hija del
doctor está en coma en el camastro del hospital, el padre le pregunta a Benigno
cuál es su orientación sexual, y éste contesta que se siente más atraído por
los hombres, mientras le hace un masaje muy osado en el muslo a Alicia, en un
primer plano encuadrado en las manos del sanitario, que recorren cada
centímetro del pernil aceitado de la fémina, ante la mirada juiciosa del padre.
Más adelante, el enfermero le declara a una
compañera lo sucedido y confirma que le ha mentido al psiquiatra, lo cual deja
abierta la posible bisexualidad del personaje. Éste declara: “¿Pero bueno, cómo
se atreve a preguntarme si me gustan los hombres o las mujeres? ¿A quién le
importa? ¿O le ha preguntado a la enfermera jefe si es bollo? ¿O a ti? ¿Te
pregunto si te gusta el bestialismo o la coprofagia?”, lo que atestigua el
carácter perverso del personaje al hablar de parafilias concretas.
Quiero recalcar que el desnudo femenino está
presente en toda la película. Marco ve desnuda en varias ocasiones a Alicia. En
uno de los desnudos, Marco confiesa a Alicia: “Hola Alicia, vuelvo a estar
solo… “, y después, aparece Benigno y dice con sorna al argentino: “Aunque me
lo niegues te he pillado mirándole el pecho…”, y después la cubre y Marco
contesta: “Difícil evitarlo, cada día tiene más”.
Parte 2/3 de Análisis
En otra escena, Benigno habla con Alicia y le
dice que le va a dar unas fricciones con alcohol de romero y la desnuda
desatando meticulosamente su bata blanca; mostrando sus pechos mofletudos. Pero
después, la tapa velozmente porque la noche anterior vio una película pornográfica
y se siente excitado, aunque unos segundos después, le cuenta la historia y la
desnuda de nuevo, exhibiendo el encuerado de su tronco superior, con sus
mayúsculas tetas, al mismo tiempo, que le da friegas con energía.
El film que Benigno le cuenta a Alicia se trata
de una película en blanco y negro sobre la historia de un hombre enamorado de
una mujer, que mengua hasta tal punto de quedarse a la altura de una cucharita de
café, y cuando su mujer duerme, él la desnuda en la cama, retirando la sábana y
desarropando sus senos, a los que se agarra con ambos brazos y a los que besa
con efusión, para a continuación, descender por las piernas hasta su vagina
peluda e introducir un brazo entero dentro de ella, y después el cuerpo entero,
saliendo de la matriz jadeando, tomando la decisión de volver a entrar
completamente desnudo, una vez que se ha quitado los calzoncillos y provocando
un orgasmo en ella: “Alfredo se queda dentro de ella para siempre”, dice
Benigno, con una inflexión un tanto megalómana y en un primer plano de Alicia, muy
maquillada, y con el apoyo de una música extradiegética romántica que parece
lanzar al público una posible unión de amor entre ambos.
Así, la muestra de la matriz peluda del
personaje femenino interpretado por Paz Vega, en el que el enamorado diminuto
se interna, sin consentimiento de ella y de manera un tanto delincuencial,
parece hilvanar con los propósitos perversos de Benigno.
El film sitúa al psicópata Benigno donde merece:
la cárcel, por violar a Alicia, a una mujer en estado vegetativo pero lanzando
la connotación de que es injusto, porque él la ama y lo que ha hecho no es una
violación.
El sanitario ya confesó a Marco, su amigo, que quería
casarse con ella y éste le regañó con contundencia, haciéndole ver que estaba
trastornado, y que a la vida vegetativa no se le podía llamar vida: “Benigno,
lo tuyo con Alicia es un monólogo y una locura. También se les habla a las
plantas y uno no se casa con ellas”, le afirmó Marco, y después, cuando Benigno
pregunta a Marco si le gusta Alicia, el periodista da una respuesta afirmativa y
a esta contestación el enfermero asevera: “Tú a ella también le gustas”, y esto
provoca la ira de Marco que dice: “¡Benigno, Alicia está prácticamente muerta!
¡No puede sentir nada por nadie, ni por ti, ni por mí, ni siquiera por ella. ¡Métetelo
bien en la cabeza!”. Benigno es caracterizado como un exiguo enamoradizo.
Por otro lado, cuando se descubre la violación
que ha sufrido Alicia y su embarazo, y se relata todo en una comisión de
investigación en la que está Benigno con el resto de enfermeros, junto al
Director Gerente y el médico jefe, una de las enfermeras, compañera de Benigno,
explica cómo a Alicia se le retiró el periodo hace dos meses, y cuando llega el
turno de Benigno, éste intenta defenderse con una voz muy tenue y un aspecto
bastante inocente, lo que le aleja de una visión depredadora, abusiva o
caníbal.
Tras llegar a la conclusión de que Benigno
manipuló la gráfica y ocultó la primera falta de Alicia, el médico jefe cavila
y asevera que no entiende por qué, comunicando al enfermero que sabe que es
incapaz de “hacer daño a Alicia”, con la siguiente respuesta de Benigno: “De
eso puede estar seguro”, con una prosodia de convencimiento, y un tono de voz
insuflado desde una blandura capital, que suscita al público, a hilvanar un
afecto para con el personaje: Almodóvar explicita la bondad de Benigno, con el
fin de ocultar su psicopatía tenebrosa y desdeñar así la abominación del
espectador hacia él.
El espectador puede llegar a la idea macabra de
que Benigno no quiere violarla, no es un violador, ni un sociópata, sino que la
ama, y ama tanto a Alicia que por eso fornicó con ella, y por tanto, no es una
violación lo que comete Benigno sino un acto de amor, un gesto noble de alguien
que quiere resucitar a una mujer en estado vegetativo, y que de hecho, dicha
resurrección se produce de facto en la película gracias a la penetración del
enfermero. Él era un tipo que vivía solo para ella, que la cuidaba con cariño,
que le hablaba con amor, y que terminó violándola porque estaba inmerso en la
creencia vesánica de que ella le amaba. Almodóvar expone una historia de amor
camuflada en una violación criminal contra la mujer más indefensa, aquella que
se encuentra en estado vegetativo constante, lo que es de una perversión
catedralicia.
Asimismo, la escena de la violación es omitida
pero una enseñanza pretende esputar el cineasta manchego: la mujer violada,
Alicia, al ser penetrada vuelve a la vida, la mujer que no es violada, la torera Lydia (Rosario flores),
muere. El dilema sádico agrieta cualquier coleto de delación hacia Benigno. El
niño que tenía Alicia en las entrañas muere, lo cual no parece ser en la
película ninguna tragedia, sino más bien, algo muy normal.
Así, en su demencia, Benigno decide tomar un
montón de pastillas en su celda con el fin de quedarse en coma y reunirse con
Alicia, pero muere en su propia escisión patológica, y termina en el cementerio
con unas flores que Marco le deja en su tumba, quien entre lágrimas declara:
“Alicia está viva, tú la despertaste”, vislumbrando que esa violación le
devolvió a la vida; la apología al crimen más deleznable es mitificado, pues
resucitó a una persona que era un zombi. Una vez más, Almodóvar centellea que
la violación puede ser un acto pulposo con efectos positivos, pero esta vez, de
la manera más pérfida, pues esa violación inhumana, por detestable que sea,
devuelve la vida a una persona en estado vegetativo persistente: la decadencia almodovaresca se corona en su máxima
gradación, justificando el mayor crimen sexual, al procrear el retorno a la
vida de una mujer tras su infierno de parálisis.
El régimen patriarcal vuelve a salir victorioso, ya
que la mujer pasiva vuelve a la actividad cerebral por la acción despótica del
falo, y para ello Almodóvar se nutre de un personaje en estado virginal,
montaraz, inofensivo y un tanto papirote; rehusando a utilizar un personaje
fornicador, depredador sexual o macho alfa, para intentar lograr que el público
conecte, empatice, entienda y hasta venere al sanitario, tan bien interpretado
por Javier Cámara, con sus ojos melancólicos, tornasolados en una gran
credulidad. La violación es positiva, el falo efectúa la resurrección de la
vida de la fémina, por su invasión tiránica contra la vagina, y Almodóvar vence
en su guion y pensamiento patriarcal.
Parte 3/3 de Análisis
Por lo tanto, y tal como he defendido, Almodóvar
utiliza a un personaje inocente, crédulo en lo social e inexperto en lo sexual,
para suscitar en el inconsciente colectivo que él es un tipo decente, que abona
amor, que para nada es un depredador sexual que viola, porque según la doctrina
almodovariana, si la violación que
comete tiene un sentido amatorio, pues metamorfosea un cuerpo de mujer en esta
vegetativo en otro cuerpo con vida. La decadencia moral se justifica con la
violación de un sociópata con ojos inocentes, diseñado, diabólicamente, para
que acceda a nuestras mentes como algo positivo.
La película paternalista muestra al hombre en el
valor dialéctico activo, situando a la mujer, en el pasivo. Ella es la miedosa,
él es quien vulnera su espacio íntimo; ella es la penetrada en estado de
indefensión completo, él es quien la penetra sin su aquiescencia.
El desnudo de la mujer, tópico saturado hasta
las entrañas, barniza una jaula de sumisión de la mujer frente al hombre. El
desnudo de Alicia, conducido por Leonor Watling, de una beldad eximia y con
unos senos carnosos, recios y púberes, irradia la superioridad masculina frente
a la hembra: ella expone su cuerpo con su desnudo, y él lo manipula y nunca
desviste el suyo, y por lo tanto, puede entrar en el delirio de creerlo suyo
para despojarlo, maltratarlo o violarlo, sucediendo lo último; pero la moralina
es que él, desde el inconsciente almodovariano,
basado en la postura falocéntrica de Freud, puede hacerlo.
Asimismo, subrayo que la génesis de la violencia
de género que fragua la película bajo una justificación miserable como el
renacimiento de una vida, tiene su basamento en esa divergencia de género, en
la que el rol de fuerza y sometimiento tiene cuerpo de varón, mientras que las
manos delicadas de ella, declaman la claudicación del valor femenino.
El visionado de la película muda que Benigno comenta
a Alicia simboliza en primer plano la matriz de la mujer: ese agujero que puede
ser penetrado por el hombre por su falo, que en la película en blanco y negro
es infiltrado por todo el cuerpo de un hombre diminuto, quien se desnuda antes
de su allanamiento; potaje virulento y bascoso para los agresores sexuales de
la vida real.
En su sentido iconoclasta, Almodóvar presenta un
final de la película en el que revela la relación sentimental entre Marco y
Alicia. El argentino, que se va a vivir a casa de Benigno, la ve en la academia
de baile a través del balcón, en un plano que encabalga el rostro vivo de Alicia,
sentada y muy observadora en lo que los bailarines hacen, y un plano en el que,
asustado, Marco se da la vuelta y mira hacia el cuadro de Alicia que Benigno
tiene en su casa, y en el que sale Alicia en estado vegetativo.
Karen Poe, en su libro Freud y Almodóvar, de 2013, tratando de justificar, y de buscar el polo positivo de una violación, defiende la violación como acto de penetración metaforizado. Ella, explicita, en relación a esta película y la relación Benigno-Alicia, lo siguiente:
“Es quizás en Hable con ella que Almodóvar va más allá de su filmografía anterior, al tratar el tema de la violación de un modo poético. Benigno está codificado como un personaje homosexual aunque se enamora de una mujer. Benigno no representa en ningún sentido una figura de autoridad, ni su personaje podría asociarse con ningún tipo de violencia física o verbal. Como su nombre lo indica, su propósito en la vida es hacer el bien a los demás. Su inocencia sexual es interrumpida por una película de cine mudo. En el filme, el personaje masculino se toma una pócima para adelgazar, que Amparo, su novia científica, está experimentando. La droga tiene efectos secundarios y la estatura del hombre disminuye hasta el ridículo. Una noche, mientras Amparo duerme, el diminuto personaje corre la sábana que la cubre y se desliza de cuerpo entero hacia dentro de su vagina. Este suceso deja a Benigno trastornado y por esta razón no logra contener su deseo de entrar en Alicia. Almodóvar no representa el acto de la violación en la pantalla, sino que se vale de un montaje que alterna el relato de la película muda que hace Benigno a Alicia con escenas del filme narrado y una imagen de fluidos que se juntan y se separan para metaforizar el acto de la penetración”.
La representación del romanticismo de un violador en máxima expresión...
ResponderEliminar