lunes, 30 de enero de 2017

La supremacía fálica: Almodóvar en "Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón" (1980)




Cartel de la película de Almodóvar Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón de 1980.


A continuación, se detalla una explicación en fotogramas de la escena protagonizada por Pedro Almodóvar, quien presenta un concurso en el que sólo participan los hombres, con objeto de medir su pene. Aquél que lo tenga más grande podrá usar, a su beneficio, a la mujer de la manada que quiera para que le haga lo que desee sin oponer resistencia:

 














 














Asimismo, hay una escena especialmente reveladora del dominio fálico del hombre contra la mujer, protagonizada por el propio Pedro Almodóvar, quien capitanea la escena, como actor, y lleva la batuta en la representación visual.

Almodóvar aparece en una fiesta un tanto heteróclita para presentar el concurso de Erecciones Generales, que consiste en que aquél que tenga: ''La polla más grande, más esbelta, más descomunal y más perfecta, será nombrado rey del resto de la noche y podrá hacer lo que quiera, como quiera y con quien quiera”.

Cuando Almodóvar pregunta si todos están de acuerdo ellos responden afirmativamente, y él envía a Pepi para que ella se encargue de multiplicar la longitud por el grosor de los bálanos de cada uno de los candidatos. Almodóvar es quien va midiendo los penes mientras Pepi realiza las cuentas en la calculadora.

Al llegar al pene de Moncho, Almodóvar dice quedarse sin respiración, asegura no saber si lo que ve es “realidad” o una “fascinación”, y este sujeto gana el concurso por su descomunal verga. Recibe el aplauso y la risotada ridícula y pueril de una mesnada de ignaros, y obtiene el poder sobre el resto de los cuerpos, que no tienen alma alguna sino que son meras materias móviles al servicio de lo diabólico.

La petición de Moncho es que Luci le haga una felación, quien ante su reacción, un poco contrariada, le afirma: “No te va a morder”. Bom (papel interpretado por Alaska), pareja de Luci, le dice a ella: “Vamos, come antes de que se te enfríe”. Así que Luci comienza a chuparle el miembro a Moncho, y cuando un vecino protesta por la algazara, Luci se detiene, pero Moncho le gira la cabeza con ambas manos en dirección a su pene, y le dice: “Tú sigue que a ti no se te oye”.

En relación a esta escena falocrática, quiero traer a colación lo que señala la teoría psicoanalítica con respecto al complejo de Edipo[1]:


“Es probable que surja la homosexualidad o el fetichismo estructurado más o menos sólidamente, cuando la desmentida de la diferencia de los sexos predomine y consiga su objetivo de que no se le produzca angustia de castración al yo; o cuando la necesidad del reaseguro de la imposibilidad de la existencia de la castración, supere a la posibilidad de tolerancia de la angustia de castración. Las vicisitudes de la niña son diferentes. Al descubrir la niña la diferencia entre su clítoris –zona erógena rectora de la etapa fálica en la mujer– y el pene, se siente objeto de una injusticia, de una minusvalía que un principio es sentida como un castigo propio, luego se extiende a otras niñas y más tardíamente a la madre y a la mujer en general. La comparación del clítoris con el pene la hace sentirse mutilada, y envidia ese órgano al niño, del que siente haber sido despojada; esta envidia la impulsa a sofocar rápidamente la masturbación clitoridiana”.


La degeneración del concurso es fehaciente, pero su escenificación sirve para marcar una pauta sociológica de divergencia de género manifiesta, donde el hombre, con su falo, como principio rector eminente, tiene el poder para hacer y deshacer. Es el órgano viril el que está por encima del clítoris, por fuerza, ímpetu, competencia para violar y tamaño, con su largura y grosor: la teoría freudiana se impone en el cine decadente de Almodóvar[2]:


“Entonces lo femenino será sinónimo de desvalorizado, y ella tendrá un ideal masculino al que nunca podrá acceder. Caerá presa, entonces, de la envidia fálica e intentará ser un varón, como una forma de obtener el pene anhelado (el juego de las muñecas también implica cierta forma activa de poseer un pene. Su narcisismo sufre una herida fundamental, herida que genera marcas indelebles en el carácter femenino (su gran necesidad de ser amada, mayor que en el varón, su menor autonomía y su mayor dependencia en consecuencia)”.


Asimismo, el premio del concurso consiste en la apropiación del cuerpo que uno desee, pero sólo los hombres participan, pues esa desemejanza anatómica freudiana lo es también a nivel social. Son ellos los que pujan para poseer el cuerpo de ellas, y lograr así el poder deífico de poseer a la mujer por la fuerza, no es al revés. No hay igualdad, lo que se teatraliza es la supremacía peniana lactada en la violencia machista, con el soporte científico freudiano de la etapa fálica y el complejo de Edipo.

Moncho, hortera de lo más barriobajero, es quien gana, pues tiene el pene más grande, y recibe una felación vejatoria para la mujer que la pone de rodillas ante el pene, órgano sagrado: figura enaltecida por el patrón patriarcal que el sibilino Almodóvar irradia desde el trono del homopatriarcado. Luci es la sometida, puesto que su clítoris no detenta el poder fálico que la polla sí tiene, y acepta las reglas del juego por presión social, de hecho, hasta recibe la coacción miserable de Bom, con quien comparte vida sexual, que es quien la empuja a realizar esa felación para que su dignidad quede desgajada.

Además, se presenta la perversión del hombre homosexual que anhela codiciar el pene del macho mejor dotado, pues Almodóvar es el que principia un juego que concederá la gracia a dicho hombre, de cotización superlativa. Los contravalores de opresión, esclavitud sexual, violencia de género e imposición sátrapa patriarcal dibujan una luz perfecta en esta escena concreta, donde la falocracia freudiana se convierte en cinematografía a través de la garra de Pedro Almodóvar.



[1] Valls, José Luis. (2008). Diccionario freudianoDiccionario conceptual sobre temas de la obra teórica y Clínica de Sigmund Freud. Buenos Aires. Gaby Ediciones.

[2] Valls, José Luis. (2008). Diccionario freudianoDiccionario conceptual sobre temas de la obra teórica y Clínica de Sigmund Freud. Buenos Aires. Gaby Ediciones.


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