martes, 10 de enero de 2017

Nietzsche: los débiles y los fracasados

El filósofo Friedrich Nietzsche (1844-1900)


Nietzsche es un mago torbellino. Su palabra viva despierta toda clase de inquietudes. Si aprecias tu barba trabajada, tomas un güisqui en la soledad de la noche, y fumas un puro desafiando al frío de la noche, que esconde en su seno, misteriosas inclinaciones de pensamiento, y lees a Nietzsche, tu cerebro empieza a carburar, ya sea para hallar a un intelectual todopoderoso o para enrabiar tu estado anímico, con la palabra de un psicótico mesiánico: Y es que sólo un psicótico puede alcanzar la suprema inteligencia y denunciar a un sistema acaudillado por psicópatas, que en su teleología, busca la muerte de sus súbditos, bajo máscaras de ideología inventadas, que sirven para carear mentes libres.

El Anticristo, es la mejor obra de Nietzsche. Y allí, se halla una frase para reflexionar:

"¿Qué es la felicidad? El sentimiento de lo que acrece el poder; el sentimiento de haber superado una resistencia. No contento, sino mayor poderío; no paz en general, sino guerra; no virtud, sino habilidad (virtud en el estilo del Renacimiento, virtud libre de moralina). Los débiles y los fracasados deben perecer; ésta es la primera proposición de nuestro amor a los hombres. Y hay que ayudarlos a perecer".

¿Qué es eso de que los débiles y los fracasados hay que ayudarlos a morir? Muchos pensarán, en primera instancia, como providencia de lanzada, que hay que desenchufar a todos aquellos sujetos que suponen un retroceso para la vida social. Algunos, incluso cavilarán, que hay que agarrar con fuerza un AK- 47 y eliminarlos para fecundar un nuevo renacer en las entrañas de la urbe social; pero nada que ver.

Lo primero en lo que pensamos es en el darwinismo social, un concepto que implica la eliminación de los más endebles, para que así, pueda sobrevivir la raza poseedora de la viripotencia, fruto de los más fuertes. Sin embargo, para el filósofo alemán, los débiles y los fracasados son aquéllos que han obtenido el poder sin tener el carácter necesario para hacerlo. El débil nietzscheano sería ese sujeto que gobierna a una sociedad sin capacidad para hacerlo. Y es, ese débil nietzscheano el que vemos reflejado en todos los regímenes de poder nacional: político, judicial, policial, universitario y periodístico; entre otros.

El diputado español y el eurodiputado, que en la actualidad gobierna a la mayoría, en España, así como en la Unión Europea, es el débil nietzscheano. Porque es aquél elegido por el sistema obscuro, que teledirige en la sombra, como director anónimo de una obra teatral guionizada, a los actores encargados para engendrar la entelequia pugilística enmascarada en ideologías, que sirve, para disuadir las mentes colectivas y escindir así, el aparato psíquico de los individuos sociales.

Ese débil es el que sale en los medios de comunicación a todas horas, el que tiene miles de amigos en Facebook y medio millón de seguidores en Twitter. Es el borrego utilizado por el sistema para domeñar la mente de la ciudadanía. Es el que se enriquece obedeciendo a la perfección su papel, manifestando defender causas nobles de: justicia social, pobreza, marginación, hambruna, desigualdades económicas y anticorrupción, cuando no posee, ni siquiera, un gramo de honradez y transparencia, cuando es una persona miserable que se aferra a esos sentimientos bonachones, de manera farisaica, para ocultar su volición de poder, puesto a que lo único que pretende es mandar y vivir como un burgués, abanicado por la fama y el erostratismo.

Ese débil es el cordero del rebaño que ha sido enarbolado por el sistema para ocupar la posición de potestad, a pesar de su incultura, su incompetencia y su cualidad psíquica y afectiva conductual avarienta; a pesar de su condición de ánima mísera y despreciable.

Ese débil es también el profesor universitario, ya sea de universidad católica o pública, ya que en este caso, el catedrático dibujado en débil nietzscheano, se trata de ese sujeto que repite las pantomimas que le han introyectado sus maestros elegidos por causas de política. Y éste, itera las mismas sandeces ideológicas, ya sean cristianas o derechistas; ya sean comunistas o anarquistas, para así, obtener el poder, cercenar la libertad de pensamiento de sus educandos autopensadores, y reprimir, de esta forma, a todas las mentes independientes.

Y bien es cierto, que vivimos en un mundo caótico, donde los débiles ocupan el lugar de los fuertes, es decir, de las personas más cualificadas, más decentes y más libres, que no actúan bajo la subordinación de nadie, que no se adhieren a ninguna ideología, y que se niegan a ser ovejas del sistema, aunque éste, les obsequie con un puesto de poder. En esta sociedad sociópata, donde los débiles son iluminados como héroes en los medios de comunicación de masas, por parte de la casta universitaria, política y periodística, se besa a la mediocridad de lo real y se destruye todo desea de sociedad justa.

¿Por qué estamos en España en la corrupción y la pobreza absoluta? Porque el sistema ha degollado las ideas de los fuertes, los ha desterrado del escenario mediático, y sobre todo, porque se niegan a jugar como títere en el escenario donde sólo se visiona la pelea de las ideologías.

Catedráticos y políticos representan a la perfección el débil nietzscheano que ocupa la posición del fuerte: la corrupción coloca al enchufado y mediocre mediante la endogamia universitaria y politóloga; la decencia, la bravura y la honestidad intelectual y de alma, relega al talentoso, al paro, al abandono y a la exclusión.

El profesor universitario más sincero, más capacitado, más talentoso para impartir espectáculo académico; el más fuerte para posibilitar que el alumnado obtenga más capacidades y el más apto para llamear en él, las mayores inquietudes, ha sido defecado al ostracismo, y por contra, el rango de poder de catedrático ha sido adquirido por el enchufado, el hijo del nepotismo, el lameglandes pesetero, que acepta desde la codicia y la impudicia, porque va a servir al sistema con la guerra de ideologías, y por supuesto, va a seccionar cualquier arteria que pretenda desarticular la macroestructura fabricada para la esclavitud cognitiva.

De la misma forma, los políticos mediáticos han sido elegidos por su macarrería, por alimentar la entelequia del enfrentamiento de símbolos e ideas tejidas para dividir a la plebe, y mientras tanto, los psicóticos, los verdaderos liberadores del sistema social han sido escupidos a la caverna de los mutilados sin nombre, tal vez, porque la mayoridad se sienta más reflejado en la deshonestidad que en la honestidad, aunque ello les lleve a la ruina, al desahucio y al hambre. Pero, total, lo único que se lee es el partido de fútbol y la reyerta dialéctica barriobajera del programa multicolor de telebasura, y a nadie importa que su país esté dominado por luciferinos mediocres, los débiles, mientras han asesinado a los decentes que podían salvarles, los fuertes.

Por este motivo, Nietzsche nos deja la enseñanza de que los débiles deben perecer, y es más, se les debe ayudar a perecer, porque ellos, que incluso ocupando la posición de los acaudalados robarían hasta a un mendigo la miga del pan negro, nunca van a ceder su puesto, y seguirán la farsa, para que el sistema del oscurantismo no caiga, y así, puedan mantener sus privilegios y sus riquezas, aunque esos débiles se vistan de pobres, y sólo hablen de pobreza, mandamiento primigenio del católico-anarquista cuyo único fin, es el de amasar pobres bajo su causa fantasmagórica, y de este modo, hacerse poderoso, gracias a esa desigualdad sistémica.

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