James Grandolfini as Tony Soprano in The Sopranos, an American crime drama television series.
La voluntad de poder en Nietzsche puede ser comprendida desde muchas visiones. Yo la visiono como una combinación de fuerzas que van luchando entre sí, que no buscan la mera supervivencia sino que van friccionando en busca de acrecentar su dominio, matándose las unas a las otras. El mundo no es más que un sinnúmero de moléculas que chocan, unas con otras, formando distintas composiciones sin origen ni causa, de ahí que en parte lo bueno y lo malo sea ilusorio. El filósofo alemán afirmó en El Anticristo, lo siguiente:
"La vida misma es para mi instinto de crecimiento, de duración, de acumulación de fuerzas, de poder: donde falta la voluntad de poder hay decadencia. Mi aseveración es que a todos los valores supremos de la humanidad les falta esa voluntad, -que son los valores de decadencia, valores nihilistas los que, con los nombres más santos, ejercen dominio".
Tony Soprano encarna esa voluntad de poder, ese sumatorio de energías. Con su fuerza física, acunado en la mafia desde su adolescencia, con el poder de un ejército del hampa a sus espaldas y su ira irrefrenable, simboliza esa volición de ir más allá de lo meridiano, de codiciar más dominio; por ello, aumenta su economía con un club de stripers, el tráfico de drogas, las apuestas ilegales, los robos de ropa y alimento; y sin olvidar, las inversiones inmobiliarias oscuras. Y todo ello, es perpetrado con la fibra de su puño, el movido, por su corazón de animal indómito.
Cuando su hija fue tratada como ramera por uno de sus enemigos de clan, llamado Coco, muy alto y de físico imponente Tony viajó, de Nueva Jersey a Nueva York, donde reside el oponente, y cegado de toda consciencia liberó a sus pequeños asesinos oscuros de su inconsciente, los inmortales, los que nunca mueren, y desplegó una violencia que dio a luz, en la irracionalidad de su ser, a una fuerza que trataba de superar sus limitaciones humanas, accionando su potencial más cambiante y fértil frente a la inmanencia de lo débil y lo pusilánime, y así, ejecutó una paliza brutal, con un revólver, que terminó con una pisada de cabeza feroz, tras colocar la boca de Coco, abierta, y mordiendo el respaldo de un asiento, quien desgajó algunos dientes tras el brutal impacto, que casi pudo ser la experiencia terminal del blasfemador de su hija.
Hay que apuntalar, que Tony no es un intelectual pero sí un ente sombreado por el pillaje de la calle, que hace fluir sus instintos más renegridos sin obstruir a la pureza connatural de su ánima combativa. Un tipo que sabe moverse al margen de la ley y que no balbucea ante sus enemigos. Esta frase de Nietzsche, de La Gaya Ciencia definiría bien su filosofía:
"Un pensamiento distinto al común es debido a instintos ruines y de poder, no tanto al influjo de una inteligencia superior; son instintos que apartan e incomunican; prepotentes y traidores, que conducen al disfrute del dolor del otro".
Así, la razón es sólo un volumen de lo real, tratamos de someter bajo mandatos racionales lo que en sí mismo es turbio, confuso, desgarrado. Nosotros somos hijos de unas pulsiones inherentes a nuestra naturaleza no definida y profundamente salvaje, ésa que la sociedad trata de paralizar mediante la punición y el pecado, sumado al falso sentimiento de culpabilidad.
La finalidad es una manifestación de nuestro salvajismo, y en la golpiza que Tony materializa contra Coco, se nutre de una fuerza que nace en el oscurantismo de nuestro ser, haciendo visible a nuestro yo asesino, que cualquier sujeto social ha declinado por la moral o la ética civilizatoria pero, que un mafioso del alto crimen estructurado, ha desarrollado, no sólo para subsistir en un círculo vicioso de asesinos sin escrúpulos sino, para conquistar, parcelas tenebrosas del inconsciente que ensanchan nuestro poder.
Tony simboliza una forma maléfica que habita en nuestras sociedades: sujetos rocosos que intervienen a cuentagotas en nuestra esencia vital. Él es el sujeto alejado de la ley que implanta sus propios códigos éticos y disciplinarios. Una maldad que reside en la voluntad de ser más grande, y que avanza en la evolución hacia la riqueza y el goce más altos. A esto, Nietzsche declara en La Gaya Ciencia:
"La evolución de la humanidad se ha producido, sobre todo, gracias a las almas más fuertes y viles; han enardecido desde siempre las pasiones más embotadas. El Mal siempre es novedoso porque le mueve la conquista, arrasar las antiguas fronteras y compasiones, y es preciso que el Mal vuelva para remover los cultivos. Se denomina bueno a todo lo que hace perdurar la especie y lo malo a todo lo que le es pernicioso. Sin embargo, ciertamente, aquellos impulsos maliciosos, necesarios y eficaces son ta útiles como los buenos para la supervivencia de la especie; simplemente tienen distintas funciones".
El potencial de Tony Soprano, su posición elevada y su ira, desinhibe a la liberación de lo orgánico y lo inorgánico más demente, que la mayoría ha empantanado por la debilidad del miedo. Los sujetos actúan en función a fuerzas exteriores que han sido impuestas mediante la justicia condenatoria, el acoso de las estructuras de poder, la imposición del sistema autocrático, la educación, la religión... etc. Pero algunos hombres están exentos de todo ello, porque tienen la autoridad para matar y apalizar a otros sorteando a la ley, pero sobre todo, porque previamente carbonizaron toda esa moral y todas esos abusos que provienen de lo exógeno.
La bestialidad de Tony Soprano codifica a una fuerza unigética que está por encima de lo inmoral y lo moral, que pernocta en su ilógico deseo inmaterial e inconsciente, en el salvajismo más atroz de nuestro psiquismo. El mafioso volatiliza nuestra parte más tenebrosa con la fiereza más inefable. Las fuerzas reactivas de los débiles que conducen a la laxitud y la decadencia no fluyen en Tony, sino todo lo contrario. Si algo caracteriza a Anthony es la lucha constante contra toda su debilidad. y descontento En este sentido, con respecto a las naturalezas insatisfechas, Nietzsche escribe en La Gaya Ciencia:
"Entre los insatisfechos están los frágiles y los afeminados, naturalezas sensibles a la belleza y a la profundidad de la vida; si continuamos con el mismo símbolo, los fuertes personifican la parte viril que existe entre ellos, buscan certezas y mejorar en la vida. Los primeros son débiles y femeninos cuando a veces acceden al abuso y optan por la embriaguez y el delirio, a pesar de que la realidad es que no se sienten satisfechos y viven una desdicha incurable; asimismo, les sirven de mucho a quienes confeccionan sedantes y narcóticos estimulantes, y como les horroriza el sacerdote, que sienten inferior al médico, ¡contribuyen a que se perpetúen los verdaderos padecimientos!"
Tony Soprano es la voz de la injusticia y la justicia, pues nada es excelente, ni nada es singular. Él es el carácter de quien ejerce su propio deseo no-racional, que no por ello ha de ser irracional, aunque en la crueldad de su atentado físico quizás sí lo sea.
En nuestro sistema corrupto la mafia puede iluminar la única justicia que el sistema, en su cambalache continuo, te niega. Tony, ante todo, es el jefe de una organización ilegal y asesina que sólo se mueve por un único motivo: el dinero. Todo lo trascendente en este hombre rollizo es el enriquecimiento desde la trampa y la no-ética en el sentimiento de esfuerzo y trabajo.
Tony es el jefe de una red mafiosa, enraizada en el seno de su propia familia, a través de su tío y su padre, que no pretende, en ningún caso, ser un ciudadano honrado que se desplace en metro y gane un sueldo medio, por una serie de horas trabajadas en supeditación de otro. Él tiene la autoridad de imponer su propio nervio, desde lo simbólico y lo imaginario, y lo hace, en lo práctico, con la furia de un fucilazo que arremete impetuoso, como el golpe de revólver agreste sobre la cara de Coco, que reclama sangre. Nietzsche, que vería en Tony Soprano una figura a comentar, arguye en La Gaya Ciencia acerca de las naturalezas superiores:
"La naturaleza superior no cree dictaminar según un criterio único, sino que asienta en realidad sus genuinos valores y contravalores con un sentido absoluto, fruto de lo cual acaba cayendo en lo impenetrable y quimérico".
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