Janice Soprano asesina a Richie de un disparo tras haber recibido anteriormente un puñetazo de éste.
Janice Soprano es la heroína en The Sopranos, que lejos de personificar un prototipo femenino sumiso aferra la personalidad de la mujer que no se deja pisotear, ni tan siquiera, por la fuerza de un mafioso, que es su pareja sentimental.
Cuando Janice discute, en su casa con su pareja Richie acerca del hijo de éste que es homosexual, algo que perturba considerablemente al macho alfa, criado en una vieja escuela mafiosa, profundamente homofóbica, de la hombría que sólo se lustra en el hampa, todo se incendia, al poseer Janice un temperamente bastante enérgico.
Sobre todo, lo que más molesta a Richie es el hecho de no poder presumir de un hijo viril, y esto, genera el encono de Janice, ya que, según ella, el que sea gay no le hace ser diferente. Él, con la seguridad del hombre yanqui, siempre embebida de soberbia, y los lunares fijos, pura expresión autocrática, impone a Janice que ponga la comida en la mesa y se calle: proverbio machista del hombre doméstico por excelencia, pero ella aumenta el decibelio de su queja, lejos de obedecer al hombre, lo que supone que Richie le suelte un puñetazo en la boca que le hace sangrar. Ahora, se supone que tendría que iluminarse la compasión del personaje femenino, pero lejos de eso, se despierta un sentimiento contrario. Nietzsche, en Aurora, ya decía acerca de la compasión, lo siguiente:
"Entre los salvajes, el hombre piensa con terror en qué podría ser compadecido, puesto esto sería prueba de que carecería de todas las virtudes. Compadecer equivale a despreciar; no se quiere ver padecer a un ser despreciable, pues esto no proporciona deleite alguno. Por el contrario, ver padecer a un enemigo a quien se considera como igual en orgullo y a quien el tormento no doblega, y, en general, ver padecer a un ser que no se resuelve a pedir compasión, es decir, a la humillación más vergonzosa y más baja, es el deleite de los deleites; el alma del salvaje es edificante en estos espectáculos, llegando hasta la admiración; acaba por matar a aquel valiente si está en su mano y tributa al inflexible los honores fúnebres. Si hubiese gemido, si su rostro hubiera perdido la expresión del frío desdén, si se hubiera mostrado digno del desprecio, entonces habría podido seguir viviendo como un perro; no hubiese excitado el orgullo del espectador y la admiración se habría trocado en compasión"
Janice ahoga un llanto que se hace en parte visible, en especial, al contemplar su propia sangre diseminada. Richie, con la chulería del macho decadente explaya si ella va a llorar, como el miserable que exterioriza su compasión, y busca la autocompasión del otro al declarar que éste no tiene la fuerza para agredir al oponente que acaba de golpearla. Janice vuelve a la escena, pero con una pistola automática, símbolo fehaciente de la réplica que ella necesita contra su agresor. Richie se burla y cree que no va a disparar pero se lleva un balazo cerca del corazón que le hace caer al suelo. Y una vez allí, Janice remata la jugada con una balazo terminal entre las cejas. La compasión sólo nos hace débiles, y en algunos microcosmos de la mafia, no ejecutar puede emanar tu propia muerte. Por ello Nietzsche desvela en Aurora:
"El que en ocasiones de compasión que la vida práctica le ofrece hizo el ensayo de representarse en su fuero interno todas las miserias cuyo espectáculo se ofrece en torno suyo, se vuelve totalmente melancólico y enfermo"
Puede ser malo asesinar a alguien, no cabe duda, y lo es. Pero, a veces, someterte a la agresión, y besar la caridad cristiana, puede enceldarte en tu propia extinción, más aún, si tu novio es un asesino que trabaja para la mafia estructurada. En referencia a los hombres sin caridad, Friedrich Nietzsche, explaya en Aurora:
"Forman parte de otra especie de egoístas que los caritativos, pero llamarlos malos, estableciendo así una diferencia, y llamar buenos a los hombres compasivos, no es más que una moda moral que tiene ahora su época, como la moda contraria tuvo la suya... una época muy larga".
Janice Soprano es una mujer no vinculada con la mafia,pero sí educada bajo la inmanencia educativa de su padre, Johnny Soprano, jefe mafioso que enseñó a Tony Soprano, hermano de Janice, las artes del hampa. Aunque ella no heredó sus enseñanzas sí se alfabetizó con sus modales aviesos, y ésta, además del carácter nervudo de su madre, tuvo la influencia combativa del padre, quien le enseñó cómo defenderse.
Ese disparo supone no sólo un asesinato, sino además, el grito de la mujer emancipada, que lejos de fundirse en el papel gregario de dominada, empuña, aguerrida, el rol activo de la resistencia, de las personas que lejos de amilanarse y de esconderse en la compasión, actúan contra el ataque sufrido. En este sentido, en Aurora, Nietzsche, testifica:
"La compasión por poco dolor que engendre es una debilidad, como todo abandono a una pasión perjudicial. Aumenta el dolor en el mundo; si aquí o allá produce el efecto de disminuir o suprimir indirectamente algún dolor, no bastan estas consecuencias ocasionales suyas, desde luego insignificantes en conjunto, para justificar las formas y casos en que resulte dañosa. Si estos predominasen, aunque fuera un solo día, llevarían a la humanidad a su perdición".
Janice avizora que la compasión es maligna, que la agresión recibida merece una respuesta, y en parte, su reacción no es una agresión sino una respuesta condicionada por el ataque primeramente recibido. ella se niega a ser débil, obstruye la idea de tener que llorar y lamentarse ante los colmillos macarras de su agresor, toma partido, y responde con las garras del fuerte, estableciendo su propia dignidad, promoviendo, una lucha interna por hacer sobrevivir a su ser. Nietzsche explica de hecho que la compasión no es más que otro instinto que despertamos en nuestra conciencia, y que en determinadas situaciones es inmensamente nociva.
Si Janice no hubiera reaccionado de esa forma, quizás, hubiera sido asesinada. La corrosión de su compasión le permite ser la heroína, que por sí misma, sobrevive y ejerce su voluntad de poder con el miedo arrinconado en su inconsciente y la decisión besando su inmediatez. Janice se coloca el traje guerrero de la heroína e impone su dignidad humana. Junto a esta reflexión, complemento con unas palabras extraídas de Aurora del maestro Nietzsche:
"En sí misma la compasión no tiene de bienhechora más que otro instinto cualquiera. Sólo cuando le exigimos y la alabamos (y esto sucede cuando no se comprende el perjuicio que ocasiona, sino que se la mira como una fuente de placer) es cuando va acompañada de tranquilidad de conciencia: entonces es cuando nos entregamos a ella de buen grado, sin temer a sus consecuencias. En otras circunstancias, en que se comprenda fácilmente que es peligrosa, será considerada como una debilidad, o cuál sucedía entre los griegos, como un achaque periódico morboso".
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